Antes de inmiscuirme en alguna 'escuela' sobre la definición y tratamiento de la migración, voy a dar una perspectiva que resulta de reflexiones personales que me han hecho concluir en los siguientes párrafos.
El verbo migrare (cambiar de residencia, moverse) se asocia con la raíz latina mei (en griego: amoibe) hace referencia a la idea de cambiar o mover, el cual en nuestros días llamamos 'migración' en el idioma español; lo usamos para indicar el desplazamiento de 'algo' de un lugar hacia otro. Sucede en los animales, quienes migran periódicamente a otras ubicaciones que no precisamente constituyen su 'hogar', si no, más bien, por fines naturales; por ejemplo, un lugar cálido y acogedor como la primavera para empollar huevos o copular, esto depende mudarse al sur o norte de la región donde se encuentren en ese momento. Pasa en las plantas y vegetales, como medio de reproducción a través de insectos voladores. Más allá del objeto material, incluso, tiene participación en un objeto formal. La física aristotélica, por ejemplo; el cambio se define básicamente como 'la capacidad de convertirse en acto aquello que es potencia'. Siguiendo esta línea de definiciones y ejemplos, nos centraremos en la migración humana como parte socialización y desarrollo.
Hace unos meses el poderoso Donald Trump, presentó un Plan Migratorio como estrategia por ser aspirante a la presidencia de uno de los países más poderosos del mundo, del cual incluso depende nuestra economía como país tercermundista. Mientras esto pasaba yo me encontraba viviendo mis últimos días en los Llanos Orientales pertenecientes a Colombia y Venezuela. Como es normal en cualquier frontera nacional, se observa emigración (salir del pueblo a otro) e inmigración (entrar den un pueblo a otro), desde el punto de vista económico el panorama era el siguiente: Por un lado había una Venezuela con una moneda que no valía más que una servilleta para envolver una empanada y por el otro una Colombia con uno de los crecimientos de PIB más altos de la región junto a Perú, por lo tanto era normal el comercio casi multimillonario que uno podía observar en ciudades como Cúcuta (Norte de Santander) entre ambos países, las razones eran obvias. Todos en este lugar, y otros, podían ser amigos independientemente de la nacionalidad de cada uno. Era normal conocer a niños, jóvenes y adultos con dos documentos de identidad, podía incluso elegir un nombre distinto en cada uno. Ésta doble nacionalidad ¡me era casi increíble!, hasta que conocí unos amigos que me ofrecieron ayuda cuando yo les conté que era ciudadano peruano y quería cruzar a Venezuela a pesar de la tremenda violencia que había por éstos lugares, violencia no proveniente de la migración, sino de las guerrillas o terroristas, que es un factor independientemente de la nacionalidad. Me dijeron que esa misma semana podía yo ser venezolano, ¿que cómo?, pues uno de ellos me llevaba de ilegal al otro lado de la frontera y me hacían pasar como un huérfano que nunca tuvo papeles y que era momento de inscribirse ante las oficinas de registro del país Bolivariano. Con tanto riesgo por guerrilla, no quería pasar a una condición peor y amablemente rechacé la propuesta. Al viajar a la costa caribe colombiana me encontré con mucho extranjero mochilero, sobre todo argentinos.
Cuando el asunto de Trump explotó en todo el mundo hispano, semanas después Venezuela cierra su frontera frente a Colombia y el Sr. Maduro inicia una política de deportación de miles de colombianos con respaldo de la Guardia Nacional Bolivariana, quienes conocen la fuerza violenta como único medio de 'diálogo'. Seguí con mi reflexión y esta vez en casa, en Juliaca, una ciudad peruana a pocas horas de la frontera boliviana, donde la migración fluye con 'normalidad', ya que la cultura andina de ésta parte del suramérica son idénticas (como pasaba en los Llanos Orientales con el joropo, ritmo folclórico antiguo), el cual colabora como factor importante para la unión de estos dos pueblos que tienen en común los caporales, sikuris, entre otros.
Comunidades con mayor número de inmigrantes por país en Suramérica. Fuente: Google Data Explorer. Imagen por USC.
Arequipa es una ciudad de 475 años de fundación a diferencia de los 89 años de Juliaca; se trata de una bella villa rodeada por volcanes y un clima andino seco pero templado que hace agradable la estancia por la frescura que tiene el lugar. Su población esta compuesta por arequipeños y muchas colonias nacionales e internacionales; al ser la segunda ciudad más poblada del Perú no hay nada anormal en este tipo de mezcla cosmopolita. El orgullo arequipeño ha colaborado desde distintos puntos incluso históricos del país, la mayoría de las revoluciones, como el que se hizo frente a Chile durante la Guerra del Pacífico, empezó en esta ciudad. El orgullo es tan característico del que aquí nació que no se siente peruano, sino arequipeño. De aquí que existe mucha atracción turística que siempre desean tener un 'pasaporte arequipeño'. El orgullo ha sido tan potente que en la última década (posmodernista, como me gusta llamarlo) se ha salido de control y ha penetrado jóvenes pensamientos de una minoría (¿o mayoría?) que a partir de la ignorancia (y con toques xenófobos) difunden una cultura de rechazo y discriminación frente a la mayor colonia migratoria de la ciudad y departamento: puneños.
Entonces, resumiendo todo lo anterior ¿que sucede con este fenómeno de la migración?. En muchos países del mundo la problemática es la misma, no aislar factores maliciosos de la nacionalidad que considero es un factor independiente. No puedo referirme a los mexicanos como delincuentes, a los colombianos como narcos y generadores de pobreza, a los peruanos como ladrones o a los puneños como desordenados; por que me estoy refiriendo a una población.
El error más grande que comete el ser humano es de etiquetar a las personas, de acuerdo a sus actos morales, por una característica que lo generalice; como la raza, creencia religiosa, lugar de origen, entre otros. Una mirada hacia atrás evidencia este error, tenemos la esclavitud de negros o una guerra mundial por prejuicios ante judíos, las guerras religiosas de medio-oriente o simplemente el desplazamiento de personas a sus lugares de origen. La delincuencia no conoce nacionalidad; sin bien es cierto existen países/ciudades con altos índices de criminalidad, éstos están organizados y están normadas por un poder legislativo (en el caso de repúblicas democráticas), el ciudadano de dicho país es quien infringe la ley, no el país/ciudad. El libre albedrío esta disponible para todos los seres humanos y la carga moral que dé como consecuencia no engloba a todos sus connacionales.
Por último, me atreveré a decir, con todo el sentido común trabajado, que la migración es un fenómeno natural, así como natural es que respiremos o socialicemos. De hecho sin migración la humanidad jamás hubiera salido de una Europa en llamas (en tiempos de oscurantismo) buscando nuevas tierras para colonizarlas. Esto se relaciona con la economía y los negocios internacionales que después de todo colaboran al generoso proceso de globalización que es inevitable, la apertura de fronteras para comercio internacional hace más competitivo a los sectores de producción. En este momento escribo de una Mac que ha sido ensamblada en China con software proveniente de Estados Unidos, seguramente se usó minerales básicos como cobre o aluminio obtenidos de países como el nuestro. Ésta entrada se guarda en servidores de la India y se puede leer en todo el mundo. he aquí el proceso de globalización consecuencia de la migración.